Durante la infancia, el niño afianza sus hábitos alimentarios. La importancia de una correcta adquisición de los mismos (variedad de sabores, texturas…), es determinante en los futuros hábitos y recursos para protegerse de enfermedades y llegar a ser un adulto sano. Una correcta alimentación durante la infancia tiene multitud de efectos positivos en la salud, así como en las habilidades cognitivas y sociales: mayor habilidad para comunicarse, aprender y para pensar de forma analítica, mejores aptitudes para socializar, y para adaptarse a nuevos entornos.
Una alimentación sana y equilibrada ha de incluir todos los alimentos. Cada grupo de alimentos aporta determinados nutrientes, vitaminas y minerales que permiten al niño mantener su energía y crecer correctamente en todos los sentidos.
La malnutrición o incorrecta nutrición durante la primera infancia tiene efectos devastadores y permanentes como:
-Insuficiente desarrollo conductual e intelectual.
- Salud frágil. Proclives a contraer enfermedades y dolencias continuas.
- Bajo rendimiento escolar.
- Incorrecta socialización y adaptación al entorno.
- Débil sistema inmune y mala salud reproductiva que afectará al futuro adulto.
Los padres deben asegurarse de que sus hijos están familiarizados con los alimentos, conocen sus beneficios y los riesgos que su carencia provoca.