Aunque se piensa que se trata de una afección que afecta solo a los adolescentes (alrededor de un 80%), el acné también es uno de los problemas faciales más frecuentes entre las personas adultas. El llamado “acné adulto” se sufre a partir de los 24 años sobre todo el mujeres (según los datos de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), la prevalencia del acné en los adultos es de un 3% en varones y entre un 11 y un 12% en mujeres. Esto quiere decir, por ejemplo, que en la actualidad afecta a casi 3 millones de mujeres únicamente en nuestro país.
Los dermatólogos recomiendan acudir a su consulta si se tienen antecedentes familiares severos de primer grado de acné que hayan originado cicatrices, acné inflamatorio profundo o nodular o acné muy persistente en el tiempo. Sin embargo, si se padece un acné que no cumple con las anteriores características, se puede optar por utilizar los tratamientos convencionales y confiar en los activos que encontramos en distintos cosméticos.
Algunos principios recomendados que deben tener los cosméticos tratantes están vinculados al ácido retinoico, que actúa a distintos niveles en el acné. Otros principios recomendables también son por ejemplo, el ácido azelaico (antiinflamatorio y despigmentante) y la niacinamida, que tiene una acción antiinflamatoria y seborreguladora.